Hay dos etapas en la vida distanciadas en el tiempo y gemelas entre sí: El Comienzo y el Final de la juventud. Esta es una de ellas.

Escapar

sábado, 2 de abril de 2011


Por momentos siento deseos de recoger lo todo y partir lejos, a otro espacio, a otra dimensión, escondiéndome de aquello que me hace sentir materia vacía.

Por momentos siento deseo volar  a través del aire en las alas ingrávidas de una Gaviota, surcar el agua sobre blancas plumas y sostenerme tan solamente con su estabilidad.

Ascender sobre cometa azul manejada por tiernas manos infantiles, cabalgar sin miedo en el corcel de cartón piedra del tiovivo de feria a compás de vals, y esconderme acurrucada en un nido sobre las altas ramas del magnolio.

Por momentos siento deseos de elevarme, alearme con el infinito, fundirme con la fuerza de la esencia que me domina y dejarme llevar dulcemente en el espacio.

Lejos de esta etapa.

Éso, o volver a ser lo que fui.

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Caracol

sábado, 12 de marzo de 2011


Hay días en los que siento que se me atenaza el alma, que se encoje y enrosca sobre sí misma y se vuelve un caracol en su concha, escondiendo dentro de sí todos los sentidos que me arrebata.
Me roba el sentido de la realidad y se apodera de mi sentir más profundo.

Se lo lleva todo. 

A cambio me deja una gélida apatía envuelta en una neblina opaca que me no me deja ver otra cosa que no sea mi incertidumbre.

Hoy, es uno de esos días.


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Conjunción

lunes, 21 de febrero de 2011


Una luminosa tarde de febrero todo se volvió de morado luminoso con matices rosáceos. El alrededor desdibujó sus contornos y una nebulosa brillante ocultó el pasado, abrazó el presente y engendró al futuro.

Cuando salió la luna ya no era de plata. Lucía ingrávida en el cielo, morada como la noche.
Era noche de luna morada que derramaba lágrimas de mercurio.

Era el momento de la conjunción.

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Entender

jueves, 13 de enero de 2011

Rompió la cristalina luz del amanecer la acuarela gris y emborrada que llevaba varios días luciendo en el paisaje. Cesó el agua y las húmedas gotas que dejaron prendidas en las desnudas ramas se transformaron en perlas cristalinas que reflejaban una calidad perdida durante varios días.
La humedad era aún constante pero un inmaculado vaho se elevaba del suelo hasta desaparecer en las alturas, como una tímida señal de todo volvería a relucir.

Tantas cosas que van cambiando, y tanto que aprender de ellos…

Me integré con el entorno, me aleé con él y me sentícon energías renovadas.

Renovarse.
Renovarse a fuerza de fundirse con la causa natural que nos rodea y aprender de cada detalle, de cada instante, de cada retazo, una dimensión nueva.

Y entender.
Entender que la vida sigue unas pautas para que seamos capaces de seguirlas con ella.

Y disfrutar.
Disfrutar de lo que se nos ha regalado y que pocas veces somos consecuentes de ello.

“Nada ocurre porque sí”.

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Paraguas

miércoles, 10 de noviembre de 2010


Navego en un mar de contradicciones, intento alejarme para no vivir este enjambre de sentimientos que me desbordan enterrándolos injustamente, y me doy cuenta que mi vida sin ellos está vacía. 

Resurgen de nuevo, me envuelven como dulces y suaves algodones y a la par me sumergen en la más cruel de las impotencias, del querer y no poder, del desear y no tener, del necesitar y no encontrar.

Tal vez en esas disyuntivas tenga que desarrollarse mi vida, tal vez aún no he aprendido a manejarlas, tal vez sea imposible cambiar el sino, tal vez no me pueda desprender nunca del paraguas.

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Un Otoño

martes, 26 de octubre de 2010

“…se va la tarde y me deja, la queja, que mañana será vieja, de una balada en otoño…” (Balada de Otoño –Serrat)

Avanzó el día, avanzó un poco más la etapa en que vivo, y el atardecer trajo consigo atisbos de vivencias que mellaron en mí y que he logrado superar aún casi sin darme cuenta.
Mi actual estado de madurez me ha hecho tal vez asimilar cualquier otra situación o sentido, haciéndome consciente de que todo en esta vida se puede superar si se tiene la predisposición necesaria.

La ventana entreabierta deja que se cuele un vientecillo suave (contrario al fuerte viento que sopló durante todo el día), que me refresca la piel y me llena de otoño recién estrenado.
Es otro otoño distinto y difícil el que llega ahora a mi mente, cuando siendo poco más que una adolescente, con una incipiente nuevo ser dentro de mí, y recién estrenando mi vida en compañía, otra vida ya añeja y cansada parecía tocar a su fin. Allegada y querida dejó en mí la huella del miedo a perder lo querido, la impotencia de no saber o poder retenerla, de no tener el don de aliviar su sufrimiento…
Afortunadamente continuó unos años entre nosotros, pero en mí quedó latente siempre la huella de la impotencia que viví en aquellos delicados momentos.

Hoy he aprendido a conocer y aceptar las leyes de la vida, a respetarlas y hacerlas parte de mí, enriqueciéndome con esas experiencias.

Indudablemente la juventud tiene mucho que aprender antes de llegar a la madurez.
La veteranía, si se sabe conjugar, da un grado.

Yo estoy satisfecha de lo que he aprendido.

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Incomodidad

lunes, 27 de septiembre de 2010


Espero apáticamente cualquier indicio de su llegada. Se retrasa y no me afecta profundamente, tan solo me incomoda. Quisiera evitar esta espera y sumergirme de lleno en mi interior del que tanto tengo que descubrir ahora. Lo demás ha cobrado un sentido secundario, incluso sus otras veces ansiada llegada.

Ya no me altero con la energía que se desprende ni me aleo con esos lazos de plata que surgían en aquellos momentos. Ahora soy yo y mi sensibilidad.

Por momentos se va apagando la tarde, cada vez más, cada vez infinitamente más mortecina.

Otoño, ansiado otoño. Mi otoño, tanto en la vida como en mi vida.
También el otoño vive en su llegada

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